Soy educadora de profesión y apasionada de la educación consciente, del compartir con la infancia y la adolescencia desde el amor más absoluto.
Mi adolescencia fue una época sombría, de rebeldía y de no entender todos esos cambios que conlleva por sí misma la etapa. Me alejé por completo del sistema educativo y de toda figura adulta y como respuesta, recibí un gran rechazo por las personas que me acompañaban y debían guiarme, ello generó en mí más rabia y frustración. Fueron años trascendentales y necesarios para que aflorara en mí la necesidad de un cambio de paradigma, viendo todo aquello que consideraba injusto empecé a creer que debía haber otra manera de educar y de acompañar a la infancia y a la adolescencia.
A mis 19 años falleció mi abuela materna, fue el primer golpe de realidad con el fallecimiento de una persona con la que tenía (y tengo) un gran vínculo, único y muy especial. En ese momento transité un duelo costoso que me dejó sin ningún tipo de motivación ni ganas de levantarme de la cama durante meses, obsesionada por la muerte y por todo lo que conlleva el no saber qué ocurre después (lo descubrí más tarde). Fue durante ese duelo que mi madre, preocupada, me propuso dar clases de refuerzo escolar al hijo de una amiga suya, haciendo el intento de levantarme y motivarme. Con mi aceptación a su propuesta empezó este maravilloso viaje educativo
La infancia no es futuro, es presente y merece toda nuestra atención. Los seres humanos somos el resultado de todo lo ocurrido en ella.
Fue entonces cuando me di cuenta de que algo no me encajaba, no vibraba conmigo. La manera como me habían educado y que yo reproducía con mis alumnos y alumnas, les hería y me hería también. SENTÍA QUE ESE NO ERA EL CAMINO. En seguida empecé a indagar en la búsqueda de otras opciones, metodologías, corrientes educativas y psicológicas… y las encontré. Encontré las respuestas que, a día de hoy, 13 años después y con la mochila cargada de experiencia y de aprendizaje, puedo afirmar que FUNCIONAN.
Durante estos años la formación ha sido intensa y continuada, tanto a nivel educativo y social, como de introspección, crecimiento personal y espiritual, porque creo firmemente que es la única manera de evolucionar, crecer, avanzar y aportar el valor que merecéis todas las personas que os cruzáis en mi vida.
He creado multitud de proyectos educativos, dentro y fuera de las escuelas, acompañando a centenares de niñas, niños, adolescentes y a sus familias. El más importante: MINÚDIC. Un centro educativo de educación consciente y respetuosa en Pineda de Mar en el que todo aquel que cruza su puerta, tiene permitido SER. Un lugar donde respiramos amor y respeto por cada poro de nuestra piel, donde se despiertan conciencias a cada paso, se aprende día a día y el amor es la clave.